Juan J. Morrone *
Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias, Departamento de Biología Evolutiva, Museo de Zoología “Alfonso L. Herrera”, Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán 04510 Ciudad de México, México
*Autor para correspondencia: morrone@ciencias.unam.mx (J.J. Morrone)
Recibido: 4 enero 2021; aceptado: 6 abril 2021
Hace poco más de 1 año falleció Harold Bloom, el brillante crítico literario que durante 3 décadas combatió a deconstructivistas, neomarxistas, feministas radicales, multiculturalistas, neoconservadores y otros. ¿Por qué lo hizo? Porque sentía que los estudios literarios se encontraban bajo un asedio relativista, que ponía en peligro nuestra cultura. ¿Y cómo lo hizo? En parte, recuperando la noción de “canon literario”, es decir, el conjunto de obras que por su calidad, originalidad u otros rasgos se considera que forman las bases de la civilización occidental. La idea de contar con escritores “canónicos” es polémica y desde las posiciones ideológicas más disímiles, Bloom fue criticado y combatido. Yo creo, sin embargo, que deberíamos intentar entender su perspectiva y luego decidir, íntimamente, si es correcta o no.
Este año se cumplen 150 años de la publicación de “El origen del hombre y la selección en relación al sexo” (Darwin, 1871). En el 2019, la editorial “Los libros de la catarata” publicó una edición en español, que forma parte de la Biblioteca Darwiniana cuya directora es Rosaura Ruiz, quien también escribió el prólogo de la obra. Esta edición incluye, además, un estudio histórico detallado de Francisco Pelayo y Miguel Ángel Puig-Samper. Invitado por Rosaura Ruiz, presenté esta obra en la Feria del Libro del Palacio de Minería, en la Ciudad de México, a principios del 2020.
Ahora bien, ¿qué podría tener que ver el canon literario de Bloom con Darwin y “El origen del hombre y la selección en relación al sexo”? Pues que en la actualidad la ciencia, como ocurrió y sigue ocurriendo con los estudios literarios, también se encuentra bajo asedio. Terraplanistas, creacionistas, antivacunas, psicoanalistas, homeópatas, ecologistas, antitransgénicos y devotos de la New Age, por citar solo algunos, asedian a la ciencia de modo por demás preocupante. Si bien una posición relativista podría llevarnos a ser indulgentes, creo que son un peligro para la ciencia y, en consecuencia, para nuestra supervivencia como especie. Sin ciencia, difícilmente lograremos combatir el cambio climático o tener una vacuna para el Covid19. En este contexto, creo que contar con un canon científico ayudaría, al menos en parte, a luchar contra el relativismo y la ignorancia de los tiempos actuales. En especial los jóvenes deberían conocer las grandes obras de la ciencia y apreciar el pensamiento científico. No me cabe duda que de contarse con un canon científico, Darwin ocuparía un lugar fundamental, junto con Galileo y Newton.
Cuando hablamos de Darwin, la primera obra que nos viene a la mente es “El origen de las especies” (Darwin, 1859). Y eso es correcto, pues sin duda “El origen de las especies” marcó un parteaguas en la ciencia y la cultura, introduciendo la idea de la evolución en todos los campos del saber. A partir de esta nueva concepción, sabemos que no solo evolucionan los seres vivos, sino también lo hacen las ideologías, las instituciones y el Universo. ¡Si hasta los creacionistas evolucionan, encubriendo sus propuestas con el nombre de “diseño inteligente”!
“El origen del hombre y la selección en relación al sexo” (Darwin, 1871) es la obra que se refiere, en particular, a la evolución de nuestra especie (Homo sapiens), a sus relaciones filogenéticas con otros animales (la familia Hominidae del orden Primates) y a la importancia de la selección sexual. Originalmente publicado en febrero de 1871, contaba con 2 volúmenes y casi 900 páginas. Creo firmemente que en un canon de libros científicos, “El origen del hombre” debería figurar en un lugar prominente junto con “El origen de las especies”. Contar con una traducción al español de esta obra es una gran ventaja para que se pueda leer en clases de ciencia de la comunidad hispanohablante. Esta obra fue originalmente traducida al español por José del Perojo y Enrique Camps en 1885. Sé que es una obra extensa, sé que hoy en día los jóvenes están acostumbrados a los textos cortos del Twitter, pero al menos espero se animen a leer algunos capítulos.
¿Qué es lo que un lector del siglo XXI puede esperar de este libro? ¿Los conocimientos científicos de esta obra no estarán desactualizados? ¿No sería mejor leer alguna contribución más moderna, como por ejemplo, “Lone survivors” de Chris Stringer (2021), “Evolución humana” de Camilo Cela Conde y Francisco Ayala (2013) o “El ascenso del hombre” de Jacob Bronowski (2017)? ¿No habrá, incluso, alguna obra con un título “políticamente correcto”, como “El origen del hombre y la mujer” o “El origen de la especie humana”? Si bien tenemos todo el derecho de dudar de esta obra, por extensa, antigua y prejuiciosa, yo sostengo que la inclusión de “El origen del hombre” en un canon científico sería importante. Primero, porque en esta obra Darwin colocó a nuestra especie en el sitio que le corresponde junto con las otras especies de simios. Hoy en día sabemos que chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes son parte de nuestra familia, Hominidae. Segundo, porque en ella Darwin estableció cómo nuestra especie evolucionó por procesos naturales y graduales, desterrando la necesidad de una “creación especial” como sostienen muchas religiones. Al respecto, cabe señalar que la Iglesia Católica, a través de los papas Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI, ha aceptado que nuestra especie es resultado de la evolución (excepción hecha del alma, que está fuera de las posibilidades de la indagación científica). Tercero, porque en esta obra Darwin discute ampliamente la selección sexual, lo cual es relevante porque si bien en el título de la obra Darwin se refirió al “hombre”, descubrió un mecanismo por el cual son las hembras de los animales las que eligen a su pareja. No estoy seguro si para la sociedad victoriana este hecho no habrá sido más revolucionario que postular que somos una especie animal más.
En síntesis, “El origen del hombre” es una obra fundamental del canon científico. Aconsejo leerlo, total o parcialmente, para apreciar la cantidad de hechos acumulados por Darwin, la diversidad de hipótesis que los acompaña y la nueva concepción evolutiva que fomenta. Entender el modo en que funciona el método científico es fundamental para el futuro de la especie humana. Me gustaría que ésta y otras obras científicas sean leídas y apreciadas como parte de nuestra cultura, junto con “Hamlet”, “Cien años de soledad” o “Pedro Páramo”.
Referencias
Bronowski, J. (2017). El ascenso del hombre. Ciudad de México: Paidós.
Cela-Conde, C. J. y Ayala, F. J. (2013). Evolución humana: el camino de nuestra especie. Madrid: Alianza Editorial.
Darwin, C. R. (1859). On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life. Londres: John Murray.
Darwin, C. R. (1871). The descent of man, and selection in relation to sex. Londres: John Murray.
Darwin, C. R. (2019). El origen del hombre y la selección en relación al sexo. Madrid: Los libros de la catarata.
Stringer, C. (2012). Lone survivors: How we came to be the only humans on Earth. Nueva York: St. Martin’s Griffith.